Aigüestortes

La primavera prometía nieve y eso íbamos a buscar. Con la idea de una travesía por el parque durmiendo en tres refugios diferentes nos dirigimos al Estany de Sant Maurici, lugar de inicio de nuestra caminata. Las previsiones meteorológicas no eran muy alagüeñas pero nunca se sabe...
La abundante nieve caída durante el invierno nos obligó a cargar con todo el equipo porque nadie se mostraba capaz de recomendarnos que llevar y que no. A pesar de que el manto nivoso se estaba derritiendo a marchas forzadas todavía quedaba una capa que sobrepasaba el medio metro en sus partes más bajas. Además, la llamada a la central de reservas del parque nos había anunciado que no ibamos a encontrar ningún refugio abierto y tendriamos que conformarnos con las zonas de seguridad, con lo cual debíamos cargar con toda la comida para cuatro días.

La primera noche dormimos en Mallafré, hasta el cual sólo tuvimos que caminar un kilometro gracias al servicio de taxis del Parque Nacional. La nieve a esta altura se depositaba en pequeñas cantidades y en las zonas más umbrías pero el agua que caía por todos los rincones ya nos anunciaba el considerable espesor que alcanzaba en las zonas altas y a qué velocidad se estaba fundiendo. Compartimos el refugio con un grupo de franceses que nos comentaron que se dirigían al refugio de Amitges y que, para nuestra sorpresa, este habría al día siguiente. Una muestra más del "perfecto" funcionamiento de los refugios en este parque. Desde aquí quiero comentar que es dificil abrir durante los meses invernales, que no reporta beneficios y, por ende, la gente no acude. Es cierto. Pero cómo quieren que la gente planifique salidas invernales de varios días sin saber a ciencia cierta qué refugios puede encontrar abiertos y cuanta comida ha de cargar. La información, necesaría en todo momento, en estas fechas es vital. El viejo problema de la pescadilla que se muerde la cola. Pero, ¿quién posee la posibilidad y, sobre todo, la responsabilidad de acabar con este círculo? Me parece a mí que no somos los montañeros, a priori. Cuando los refugios muevan ficha y comiencen a abrir en estas fechas y, además, la información que se nos facilite desde las instituciones del parque se fehaciente, la pelota estará en nuestro tejado y podremos ver si en verdad no hay público para esta función.

El segundo día cargamos con nuestras pesadas mochilas y dirigimos nuestros pasos por la parte norte de Sant Maurici en dirección a los Estanys de Ratera. A partir de esta altura el manto de nieve era prácticamente continuo pero su textura, humeda y primaveral, no hacía necesario utilizar ningún material para caminar por ella. Así, disfruntando del delicioso paisaje, cruzamos el puente sobre los dos estanys y ascendimos sin problemas el último tramo hasta el refugio a pesar de que
cada vez la nieve se hacía más abundante.

Tras abandonar con alivio nuestras mochilas y comer algo salimos en dirección al Coll de Ratera con la idea de buscar una vista privilegiada del valle. La pendiente era considerable con lo que empezamos a darnos cuenta de la inutilidad de haber acarreado las raquetas. El estado de la nieve era perfecto y se ascendia perfectamente con los bastones, solo en algún lugar era necesario usar el piolet en previsión de un desafortunado resbalón. Así, sin demasiados problemas alcanzamos la parte superior del circo de Ratera, con el collado que nos separaba del valle de Saboredo a nuestra derecha y una vista excepcional de los valles que se abrían bajo nuestros pies. Después de unos instantes de contemplación disfrutamos de la fácil y divertida bajada que nos llevó hasta el refugio. El día acababa y la cena esperaba.

La mañana siguiente fue fiel a las previsiones meteorológicas. Un tiempo humedo y tormentoso nos dió los buenos días y el parte prometía que empeoraría. Se terciaba un cambio de planes. Decidimos quedarnos en Amitges y realizar salidas desde allí a los alrededores. Así que visitamos los lagos de alrededor, ascendimos hacía el Coll de Crabes (el paso que nos hubiera conducido al siguiente refugio de nuestra ruta original) y dimos vueltas por aquel lugar situado justo en el límite del bosque y la alta montaña. El día transcurrió apacible y disfrutamos de este cambio que nos había permitido dejar el peso, aunque fuera sacrificando la variedad en el paisaje (el cual no era nada desdeñable, por cierto).

Al despuntar el nuevo día decidimos regresar a Espot rodeando el Estany de Sant Maurici por su parte sur. Cargando las mochilas comenzamos el descenso hacia Ratera. Allí cogimos una senda en dirección oeste que nos llevaba al "Mirador de l'estany". Justo antes de llegar un desvio a la izquierda nos condujo por una estrecha senda todo alrededor de Sant Maurici. Tuvimos que utilizar el piolet varias veces para asegurarnos en algún paso comprometido (sobre todo uno que cruza sobre la torrentera que desciende desde el Portarro) pero nada excesivamente peligroso y si muy bello.

Rodeados de toda esta belleza alcanzamos el refugio de Mallafré, donde comimos resguardados de la intermitente lluvia y desde el cual, por una preciosa y fácil senda que contornea el Riu Escrità, alcanzamos el aparcamiento del Parque Nacional.