El Mar Rojo (I)

Comienzan los días de buceo en este espectacular mar. La primera ha sido un inmersión tranquilita en la que “sólo” hemos bajado a 27 metros. La fauna es realmente alucinante. No hemos hecho más que salir del puerto y ya hemos visto una raya moteada, un pez león y un sinfín más de bichos de los que ni conozco el nombre. El grupo, como me parece que es normal en estos viajes, es bastante variopinto. Parejitas, solitarios, grupitos... Pero en general la gente parece maja y, como mínimo tienen un interés común. Veremos cómo se va desarrollando todo.

La vida en el barco es bastante sencilla, poco más que bucear, comer y contemplar el mar con las montañas del Sinaí al fondo. En este momento nos encontramos en el Golfo de Akhaba (¿os acordáis de Lwarence de Arabia?) y el mar se encuentra muy tranquilo. Supongo que en este cerrado brazo de mar sólo se moverán las olas si sopla del Sudoeste. Aún así la segunda inmersión la hemos hecho con corriente, eso sí, a favor. No había más que dejarse llevar por ella a lo largo del arrecife y disfrutar de lo que se iba cruzando en nuestro camino. Los peces payaso, cofre, mariposa... lo llenaban todo de color y, para darle el toque espectacular al cuadro, un pez Napoleón y una manta raya nos han deleitado con su presencia. Según los expertos “no eran muy grandes”, a mí me han parecido enormes. Es lo que pasa cuando se es novato en estas lides.