El Mar Rojo (II)

Contraste. Esa es la palabra que define este lugar. En medio del mar, rodeado por todas partes por un árido desierto de montañas peladas de piedra roja, se encuentra una de las mayores concentraciones de vida del planeta. Es inimaginable la cantidad de especies distintas que se encuentran bajo las aguas de este mar. Miles de formas distintas flotan a nuestro alrededor y cubren todos los rincones. El coral forma enormes colonias en las que se dan cita Peces Loro, Cocodrilo, Luna, León, Mariposa, Napoleón, Ballesta... La cantidad es tal que parece que estemos buceando en un acuario. Bosques de Gorgonias y Coral de Fuego junto al Coral de Mesa. Los corales blandos y las anémonas defendidas por los valientes Peces Payaso, que no dudarán en atacarte si te acercas a su “amiga”. Un sinfín de escenas, un sinfín de fotografías que perdurarán en nuestra memoria por largo tiempo.

Los arrecifes, objeto de nuestras inmersiones, son, por el contrario, un peligro constante para la navegación en esta zona. Casi todos ellos están marcados no sólo con pequeños faros sino también con los restos de algún naufragio. Barcos que acabaron allí sus días a causa de alguna historia, unas veces truculenta, otras, sencillamente, graciosa. Desde el capitán borracho, pasando por aquel otro que se peleó con su segundo (según cuentan a causa de la mujer del primero), hasta los macabros esqueletos de la guerra llenos de material bélico que se encuentran a cierta profundidad.

Nada le falta a este fondo marino, como si dotándolo de tanta diversidad y colorido se hubiera intentado compensar el monocrómico desierto que lo rodea casi por todas sus partes.

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